20.12.09

Historia de un sobrarbense

Joaquín Laserreta nos envió hace unos días este escrito. Se trata de una historia.

Hace unos días en tu blog se invitaba a participar contando alguna historia que tuviera alguna conexión con la comarca. Aunque fuera de tiempo, me gustaría rendir homenaje desde aquí, si tu lo apruebas, a una persona muy entrañable que dejó huella en muchos de sus convecinos.
Lo que voy a contar, en ningún momento quiero que sirva de menoscabo hacia su persona, sino todo lo contrario, trato de ensalzar una forma de vida de posguerra, llena de privaciones y agudeza individual para superar todos los problemas cotidianos de una época.
El Sr. Francisco, “Francho Lanao” estaba lleno de humor de genio e ingenio, así como de una simpatía especial que con sus ocurrencias llenaba de alegría las tertulias cotidianas. Hablaba con todo el mundo, en especial, si se encontraba con alguien de fuera al que preguntaba, preguntaba y preguntaba. Después hacía su composición de lugar y creaba su mundo.
Por exigencias del medio y para que os animéis a su lectura, enumeraré con brevedad alguna de sus “salidas”.
Fue el primer pescador que conocí en el pueblo que con una “forqueta de sabina” por caña se traía a casa sus buenas truchas. El mismo ingenio tenía para atrapar charros y tordos en invierno.
Fue el primero que desmitificó el miedo a las setas y en la primera casa que se comieron muchas clases de hongos. Sus viajes por Francia le dieron su experiencia,(no digamos de su francés que desternillaba a algún que otro gabacho).
Os diré que por aquellas fechas las gentes del Buchitar venían con canastas llenas de bolets para vender en el pueblo y las dueñas les decían que no querían ni ver aquellos “potrecons”.
De sus humaradas se cuenta, que de visita a Barcelona un familiar lo llevó a un cabaret y cuando la vedette de turno canto aquello de “Francisco alegre y olé Francisco alegre y olá”, saltó a voz en grito: “hostia tú, ya m’han conociu”.
Una vez de tantas que los críos de la calle andabamos jugando con el “pelotón” en el “campé” de Martín, aparece el Sr Francisco con un verdugo en la mano y después de unos “zurriagazos”, descalza las sandalias de “Marro” a su ahijado y ante los ojos atónitos de todos los críos va y le “espeta”: “espuntacea, espuntacea zagal, porqué no espuntaceas ahora”. Ni que decir tiene que nuestro amigo tuvo que llegar a casa descalzo.
Otro día en que la cancha de fútbol, la teníamos en la era de Fes, estábamos echando nuestro partido bajo la dirección del “vasco”, cuando el Sr. Francisco que pasa acompañado de su famoso burro (historia aparte para contar lo de este burro), saluda al maestro y comenta gritando: “¡Don Jesús¡ ¿Ha oído hablar de ese futbolista que ha comprado el Barcelona y que gana tanto dinero? Dicen que se llama KUKALA y que le da al pelotón de punta pié y giro. A ver si usted se lo sabe enseñar a los zagales”.
En la vejez, con su ceguera, erraba por la calle pequeña con sus golpes de bastón contra las piedras, esperando “hilar la hebra” con quien fuera. Me parece oír todavía las carcajadas de los primeros turistas que llegaban y que lo pasaban en grande con sus ocurrencias.
Todo un personaje el Sr. Francisco, al que quiero homenajear desde aquí con cariño.

1 comentario:

sobrarbenses dijo...

Una historia preciosa. Joaquín, recuérdame que tienes regalo como ya dije.
Saludos y Felices Fiestas